Fueron las pésimas vivencias en la Guerra Civil Española y la mirada crítica hacia la URSS de Stalin las razones que llevarona George Orwell a escribir una distopía como la de 1984. Todos seguramente habremos oído hablar de esta novela por el famoso sistema de vigilancia conocido como Gran Hermano, pero es tan solo al leerla cuando de verdad aprecias el sinfín de referencias que ha otorgado al cine de nuestros tiempos.
La historia se centra en Winston Smith, un cuarentón que trabaja en el Ministerio de la Verdad y que tiene pensamientos rebeldes contra el sistema autoritario que se ha apoderado de Oceanía, uno de los tres súper-estados en los que se encuentra dividido el mundo. Orwell quiso situar la trama en un futuro lejano que se correspondiera con la fecha invertida del año en que lo escribió (1948), pero a nosotros nos resulta tan alejado ya… Aun así, podemos entender que muchos de los elementos futuristas que incorporó a su relato han marcado la forma que los cineastas han tenido de entender el género de ciencia ficción décadas más tarde. Me gustaría entrar de lleno a hablar de las series o las películas en las que se pueden ver claras referencias a 1984, pero sí que creo recomendable situarse mínimamente en la novela a través de este Draw My Life.
Gran Hermano
El primer espacio televisivo en el que pensamos cuando nos hablan de 1984 es Gran Hermano. De hecho, no me escondo al afirmar que durante muchos años de mi vida pensé que ese era realmente el título del libro. Con el paso de los años, el concepto se ha generalizado en todos los formatos de la telerrealidad y, por qué no decirlo, ha terminado degenerando en telebasura. Pero Gran Hermano fue el primer programa en incorporar ese matiz de tener a concursantes vigilados por cámaras durante 24 horas al día, de la misma forma que lo estaban todos los habitantes de Oceanía en sus propias casas.
Me gustaría poder decir que en España fuimos pioneros en este formato, pero lo cierto es que Big Brother fue emitido por primera vez en Países Bajos en 1999 de la mano del empresario John de Mol. No obstante, aquí lo adaptamos tan solo un año después y lo hemos ido remodelando en relación a las necesidades que requiere nuestra propia idiosincrasia. ¿Qué el formato está muerto a día de hoy? Bueno, también lo estaba OT y en 2017 resucitó por todo lo alto, si bien es cierto que el talento no dio para más de una edición.
Lo que nos interesa sobre todo analizar es ese elemento futurista que ha permanecido durante todas las ediciones del programa y que, aunque simplemente valía como mero decorado, nos dejó momentos tan surrealistas como la llegada de Sonia y Selena en ovni a la casa de Guadalix de la Sierra.
La Purga
En uno de los primeros capítulos, presenciamos, desde la mirada del protagonista, lo que se conoce como los dos minutos de odio. Una vez al día, todas las telepantallas de Oceanía retransmiten imágenes sobre el desertor y enemigo del pueblo, Emmanuel Goldstein, para que la gente descargue su ira contra él gritando y desencajando su rostro durante dos minutos. Lo que el sistema consigue con esto no solo es rebajar las tensiones sociales, sino perpetuar la percepción negativa que el pueblo tiene de Goldstein y ensalzar al Gran Hermano. En algún momento, Winston menciona que los dos minutos de odio pueden ser un vestigio del terror que se propagó en las antiguas purgas que borraron a gran parte de la población del mapa y facilitaron el alzamiento del Ingsoc (Socialismo Inglés). ¿No nos recuera a una película “de miedo” bastante famosa de la última década?

La trama de La Purga se basa un poco en esto. En la primera entrega de la trilogía, estrenada en 2013, se cuenta cómo el crimen ha disminuido exponencialmente en Estados Unidos desde que el gobierno de los Padres Fundadores estableciera una noche al año en la que ninguna persona fuera castigada por la ley, independientemente del delito que cometiera desde que el sol se pusiera hasta que volviera a salir. Más que una película de miedo, realmente es una distopía que plantea problemáticas similares a las de 1984. En las entregas posteriores se ahonda más en las implicaciones políticas del fenómeno de la purga, pero el concepto que desde un principio tenemos de la película es parecidísimo a los dos minutos de odio de Orwell.
Black Mirror
Cada capítulo de Black Mirror es completamente diferente, pero todos ellos comparten el eje temático de un futuro distópico. La importancia de la tecnología en el desarrollo humano y la transgresión moral que supone abandonar nuestra vida real para sumergirnos en la virtual son los rasgos que definen el título de esta serie, que en español se traduce como espejo negro y que, lógicamente, hace referencia a las pantallas de teléfonos móviles, ordenadores y televisores.
Si la referencia a las pantallas es el primer punto en común con 1984, también lo son otros muchos elementos que encontramos a lo largo de la serie. Concretamente, al leer el fragmento en el que el protagonista recibe clases de gimnasia por la telepantalla, recordé perfectamente la ansiedad que me transmitió el segundo capítulo de Black Mirror, en el que los seres humanos viven en una especie de mundo subterráneo y se dedican a hacer deporte continuamente para ganar méritos y generar energía de consumo. Nótense las semejanzas entre la escena de la clase de gimnasia en la versión cinematográfica de Michael Radford, en la que vemos a un joven John Hurt recibiendo órdenes de la telepantalla, y los cortes sacados de “15 millones de méritos”.
Black Mirror es el claro ejemplo de que la ciencia ficción sigue removiendo conciencias, de la misma forma que 1984 lo hizo al publicarse en el año 49 del siglo pasado.
The Umbrella Academy

He de reconocer que, a simple vista, esta serie sobre superhéroes basada en los cómics de Gerard Way no tiene mucho que ver con la novela de George Orwell. No obstante, en el episodio 6 de la primera temporada conocemos la existencia de La Comisión, una organización secreta que se dedica a corregir los errores en la línea del tiempo y en la que Cinco empieza a trabajar, con el fin de investigar la forma de evitar el apocalipsis.
Una de las principales funciones de esta organización es detectar errores en el pasado y corregirlos, exactamente lo mismo a lo que se dedica el Ministerio de la Verdad del gobierno de Ingsoc. Su función es descrita por Orwell de la siguiente manera:
Si, por ejemplo, Eurasia o Asia Oriental es la enemiga de hoy, es necesario que ese país (el que sea de los dos, según las circunstancias) figure como el enemigo de siempre. Y si los hechos demuestran otra cosa, habrá que cambiar los hechos. Así, la Historia ha de ser escrita continuamente. Esta falsificación diaria del pasado, realizada por el Ministerio de la Verdad, es tan imprescindible para la estabilidad del régimen como la represión y el espionaje efectuados por el Ministerio del Amor
Aunque no conozco los verdaderos entresijos de la Comisión -sí, todavía ni siquiera me he puesto con la segunda temporada- las similitudes están a flor de piel siempre que aparece algún elemento de esta organización en la serie.
V de Vendetta
Tras las atrocidades a las que la humanidad se ha visto condenada por los totalitarismos del siglo XX, la ficción no ha dejado de reflexionar sobre la posibilidad de volver a sistemas similares en el futuro. 1984 no fue la primera novela que habló de esto, aunque sí que es la más conocida. Veinticinco años antes a su publicación, ya apareció un libro en Rusia titulado Nosotros en el que su autor, Yevgueni Zamiatin, hablaba de una sociedad donde la vigilancia y la represión por parte del Estado era total. No sabría decir en cuál de ellos se fijó más Alan Moore para hacer sus cómics de V de Vendetta, porque el punto de vista del totalitarismo es distinto en cada uno de ellos.
Para George Orwell era esencial transmitir la idea de que el fascismo de Hitler y el comunismo de Stalin eran igual de peligrosos. Por eso escribió Rebelión en la granja, para demostrar la corrupción a la que se pueden ver tentados los mandatarios que empezaran su carrera en el poder con propósitos socialistas. No obstante, igual o incluso mayor fue la crítica que el novelista efectuó contra el nazismo, por lo que lo más sensato es pensar que se situaba en una posición contraria a cualquier extremismo.
Lo que está claro es que algunos elementos de la película de James McTeigue (2005), como el agresivo dictador que aparece a través de las pantallas o el radicalismo con el que el enmascarado V (Hugo Weaving) educa a Evey Hammond (Natalie Portman) en su ideología, recuerdan a la frialdad y al caos que envuelven el mundo construido por Orwell. Las relaciones entre V de Vendetta y 1984 son evidentes, tanto en su idea sobre la libertad como en su carga simbólica. Lo que no es tan evidente, por otro lado, es el propósito de la concepción de cada una de ellas, ni si realmente Alan Moore se llegó a considerar alguna vez heredero de Orwell.
Las sagas de Saw y Cube
En el mundo hay verdaderos fanáticos de las películas que transcurren en una habitación. Yo me sorprendo de ver cada día más porque, al menos desde mi punto de vista, es un formato que puede hacerse tedioso y singularmente agobiante. De hecho, nunca he podido con las películas de Saw o Cube, precisamente por esa psicosis que se crea al asociar un único escenario con la tortura. Casi al final de 1984, descubrimos que la famosa habitación 101 de la que tanto se habla durante todo el libro es una sala en la que los funcionarios del Ministerio del Amor torturan a los sospechosos con aquello que les cause mayor terror.
Estas escenas se han convertido en una tradición dentro de las películas gore, pero lo que es interesante destacar aquí es el influjo de la obra de Orwell a la hora de concebir espacios cerrados en los que ocurren cosas terroríficas. Tal fue la fama que consiguió la habitación 101 en su momento, que incluso algunos hoteles británicos decidieron no incluir este número en sus habitaciones, de manera que se pasaba directamente de la 100 a la 102. El legado de 1984 es un ejemplo más de que, aunque la realidad muchas veces supera a la ficción, también hay ocasiones en que bebe de ella para contribuir a crear un teatro del mundo.